¿Te sientes lleno durante más tiempo después de una comida con gran cantidad de grasa? Si cocinas con aceite de oliva, tus digestiones serán menos pesadas. Según han demostrado estudios comparativos entre países del norte y del sur de Europa, las grasas monoinsaturadas, como el aceite de oliva, se digieren mejor que las grasas poliinsaturadas procedentes de aceites de semillas o que las grasas saturadas como la mantequilla.
Los beneficios del aceite de oliva para tu digestión afectan a todo el proceso, desde el estómago al intestino, el páncreas, la vesícula biliar y el hígado. El ácido oleico es un potente estimulador de la liberación de colecistokinina, responsable de las secreciones digestivas. Además, si incluyes aceite de oliva en tu dieta habitual durante 30 días, verás cómo reduce la acidez y el reflujo esofágico. Incluso se está estudiando su efecto protector frente a infecciones bacterianas en el intestino.
En tu intestino, el aceite de oliva aumenta la absorción de minerales e inhibe la absorción de colesterol y sales biliares. Aumenta la eficacia del páncreas para la digestión de grasas, estimula la producción de sales biliares e incrementa la excreción de colesterol por el hígado.